Enrique de Villena apodado el astrólogo o el nigromante, fue un noble castellano que vivió a caballo entre el siglo XIV y XV, y se fraguó la merecida fama de mago en las postrimerías de la España medieval. Aunque de cuna noble no llegó a heredar nunca el marquesado de Villena, se crió en un ambiente que le ofreció una educación refinada quedando al cargo de su abuelo el rey Enrique II de Trastámara “el fratricida”. Se casó con María de Albornoz pero su matrimonio fue todo un fracaso ya que el rey Enrique III mantuvo un romance con su esposa que le obliga a separarse de ella alegando impotencia, cosa incierta ya que de otras relaciones al menos se le conocen dos hijas. Apartado de hacer fortuna por medios familiares, es aceptado en la Orden de Calatrava como maestre pero la suerte no le duró mucho, ya que por una serie de intrigas palaciegas, finalmente es expulsado de dicha orden. Así, sin posibilidades de hace carrera en la escena política y social, se retira primero a Zaragoza y después a Valencia donde comienza su verdadera dedicación como estudioso y escritor de las más variadas ciencias, una vida de erudición casi en la más absoluta soledad que le dio fama de mago y conocedor de los secretos de este y otros mundos.
Los libros del marqués de Villena
Desprovisto de conseguir metas en la vida pública, se centró en los libros. Se dedica a la lectura, el estudio y la escritura, plasmando en estas obras sus inquietudes tanto científicas como religiosas o poéticas. De sus traducciones al castellano destacamos las obras La Eneida de Virgilio, La Retórica de Cicerón y La Divina Comedia de Dante Alighieri. Por otro lado destaca su libro Los 12 trabajos de Hércules que escribe tanto en valenciano como en castellano, fechada en 1417. Esta obra destaca por su exposición de los trabajos hercúleos comentados con cierta connotación teológica, apuntando algunos expertos a que realmente es un tratado de astronomía correspondiendo los 12 trabajos a los 12 signos o casas zodiacales, lo que le daría otra dimensión aún más enriquecedora.
También en el campo de la astrología destacamos El libro del ángel Raziel, aunque en la Cábala judía es un arcángel de traducción “el guardián de los secretos”, que ofrece a Adán y Eva un libro para regresar a su casa primigenia, una segunda oportunidad para volver al Paraíso y restaurar así el orden perdido con la caída.
Sobre temas de medicina destacan los libros y tratados sobre la peste y la lepra, y en particular El tratado de alquimia que entre otras virtudes daba las claves para crear un curalotodo a través de la piedra filosofal, aunando la ciencia y la creencia mágica en el poder curativo de los minerales.
Otra obra mágica que destaca es el Tratado del aojamiento o de la fascinación, que desarrolla el tema del mal de ojo, cómo se puede detectar, y sobre todo cómo se puede prevenir utilizando todo tipo de técnicas curiosas. Ya fuera de la temática mágica, la pluma del marqués de Villena también exploró otros campos como el culinario con El arte cisoria, manual que nos habla de cómo cortar correctamente los alimentos. Como vemos nuestro protagonista aprovechó bien su retiro para dar a luz todo tipo de libros considerándose una referencia en siglos posteriores y apareciendo en multitud de obras literarias como arquetipo del mago medieval, absorto en su gabinete y experimentando con realidades fantásticas. De hecho sus libros tanto los propios como los que formaban parte de su biblioteca, fueron perseguidos por el arzobispo Lope de Barrientos que hizo una purga y ordenó quemar muchos de ellos por considerarlos heréticos, de hecho este dominico acusó al marqués de brujería y nigromancia enviándolo a prisión, triste y oscuro lugar donde le llegó la muerte.
Sus leyendas: la doble muerte del marqués de Villena

Según nos cuenta la leyenda, el marqués de Villena pudo predecir de manera exacta el día de su muerte, pero él no quería marchar aún, su deseo era sobrevivir a la parca y para ello no dudó en echar mano de sus conocimientos sobre las ciencias ocultas que te ofrecen una vida más allá de esta. Para ello aplicó todo el conocimiento que había acumulado sobre alquimia y construyó un matraz como gran recipiente para depositar su cuerpo al que debía trocear por completo. La intención era que el cuerpo introducido en aquel líquido mágico regenerara poco a poco su forma y le concediera la inmortalidad.
Para no levantar sospechas, obligó a su mayordomo a que le sustituyera su identidad, a vestirse como él, a pasear por las calles de Toledo e ir todos los días a misa de ocho en la cercana parroquia de santo Tomé. Y así se hizo y no se levantó sospecha alguna, pero cuando el proceso estaba a punto de llegar a su término, pasados unos nueve meses, su mayordomo se topó en plena calle con una procesión religiosa conocida como viático por la que se administra la comunión a un moribundo antes de su partida final. La costumbre era la de hacer una reverencia a rostro descubierto, cosa que no hizo el mayordomo. Aquel detalle nada gustó a los presentes entre los que se encontraban dos caballeros como fama de levantiscos. Uno de ellos se acercó al falso marqués y descubriendo el engaño, le retó a muerte colocando una daga en su cuello y jurando por su vida que no saldría vivo de allí hasta que no le dijera dónde estaba su señor. El mayordomo, no tuvo otro remedio que confesar: “mi señor se encuentra en su palacio, en uno de los pasadizos que albergan las cuevas más profundas y oscuras de Toledo, pero no vayáis, os lo suplico, si vais por allí sólo encontraréis la muerte”. Los dos caballeros resueltos por desvelar el misterio fueron raudos hasta las cuevas del palacio y a la vez que bajaban por infinitos recodos escuchaban a lo lejos una voz ahogada, como la de un niño en peligro… Cuando llegaron a la estancia pudieron ver cómo de ese recipiente se abalanzó violentamente sobre ellos una masa deforme de carne y huesos que sólo quería aniquilarles, algo terrorífico había salido de las profundidades de otro mundo. Los caballeros paralizados por el horror pudieron reaccionar a tiempo y uno de ellos desenvainó la espada, cosa que hizo rápidamente su compañero, para empezar a dar espadazos y atacar a aquel monstruo que era lo que quedaba de una forma humana en plena transformación alquímica. Tras una infatigable escabechina, en el suelo sólo quedaron los restos de lo que fue el marqués de Villena, ahora sí, un cuerpo mortal y destrozado del que sólo quedaron despojos. Una doble muerte que nos indica que el deseo de ser inmortal sólo está reservado a los héroes y a los dioses. Se dice que en ese momento el suelo de la cueva se agrietó y de él surgió un carro de fuego que se llevó para el fin de los tiempos el alma del marqués a lo más profundo de los infiernos. Y así es como terminó uno de los magos más famosos de su tiempo que por su propósito infinito de grandeza se vio sumido en la condenación eterna.