Recordamos a Fernando Sánchez Dragó, intelectual que ahora metemos en el saco de lo políticamente incorrecto, cuando el pensador “per se” debería estar en las antípodas de la mansedumbre y reivindicar por naturaleza un espíritu indómito.
No es nuestra intención debatir ni rebatir sus ideas, con las que uno puede o no comulgar, si no que traemos a esta figura más como impulsor de lo que hemos llamado “la primera hornada de heterodoxos contemporáneos”. Eran tiempos de transición, y aún España estaba anquilosada y soñolienta en principios de inmovilismo y cierto temor al futuro, cuando de repente unos escritores, viajeros e investigadores de lo heterodoxo, rompieron fronteras y comenzaron a hablar de ovnis, conspiraciones, lugares de poder, Templarios, caminos iniciáticos, seres invisibles o influencias orientales y en general, de aquello que etiquetamos genéricamente como temas mágicos.
Se abrió la veda y ya no hubo marcha atrás, y fue como preludio de la década de los ochenta, cuando ya estaban en la palestra de autores conmo J.J. Benítez, Fernando Jiménez el Oso, Andreas Faber-Kaiser, Salvador Freixedo, Juan García Atienza, Enrique de Vicvente, Germán de Argumosa, el elenco personal del Grupo Hepta o el mismo Fernando Sánchez Dragó, entre otros.
Ya nada en España fue igual en estos temas que estaban casi proscritos, y el éxito además fue rotundo y millones los seguidores de esta otra visión de las cosas, con las emisiones en radio y televisión y sus efectos masivos por las ventas de libros, eclosionó y se comenzaba a escribir esa nueva página de la cultura del misterio en España. A partir de aquí, todos los que de alguna u otra manera nos dedicamos a la divulgación cultural en su amplio espectro y queremos asimilar la visión mágica a nuestros contenidos, nos sentimos deudores de estos valientes heterodoxos. Sirva este pequeño texto como homenaje a todos ellos.