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Los cobertizos de Toledo: su historia y sus leyendas

Cobertizos de Toledo

Toledo, la «Ciudad Imperial», es un tesoro de historia y cultura en España. Entre sus numerosos encantos se encuentran los cobertizos, una parte fascinante de la zona conventual de la ciudad. Pero ¿qué son los cobertizos?, ¿cuál es su historia? Te lo contamos todo sobre ellos.

¿Qué son los cobertizos de Toledo?

Un cobertizo es una construcción que está hecha a cierta altura y que se utilizó en épocas pasada para comunicar varios edificios. Hace siglos se utilizaba para que las personas de alta alcurnia, no tuviesen que salir a la calle para desplazarse; si no que pasaban de un edificio a otro a través de los cobertizos. Sin embargo, acabaron siendo prohibidos en tiempos de Juana I de Castilla y desaparecieron muchos de ellos.

La historia de los cobertizos

Los cobertizos de Toledo se encuentran en una zona de la ciudad asociada a conventos emblemáticos como el Convento de Santa Clara, el Convento de los Carmelitas Descalzos, el Convento de las Comendadoras de Santiago, el Convento de Santo Domingo el Real y el Convento de las Capuchinas. Estas estructuras surgieron como una solución para ganar espacio en la ciudad, incluso a expensas de la altura, y conectar diferentes espacios. Construidos en gran cantidad durante la época medieval, los cobertizos de esta zona se han convertido en los más famosos e importantes.

Características de los cobertizos de Toledo

La oscuridad y la insalubridad

Estos cobertizos, aunque aportaban espacio adicional a la ciudad, también tuvieron sus desventajas. Durante el día, las calles que contaban con un cobertizo se volvían oscuras y sombrías. Además, debido a la falta de inclinación en las calles techadas, el agua de la lluvia no se escurría adecuadamente, lo que generaba acumulación de basura e insalubridad en esos lugares. Los malos olores y la falta de higiene eran una consecuencia directa de esta característica de los cobertizos.

La prohibición y las normas de construcción

Fue la reina Juana de Castilla, conocida como Juana la Loca, quien se dio cuenta de la insalubridad que generaban los cobertizos y los prohibió en el año 1509. A partir de entonces, se estableció una norma peculiar para aquellos cobertizos que se permitían mantener o construir: debían tener suficiente altura para permitir el paso de un caballero montado a caballo, con la lanza en posición vertical apoyada en el estribo. Aquellos cobertizos que no cumplían con esta norma tenían que ser derribados. Muchos de los cobertizos existentes en la actualidad se construyeron más altos para cumplir con esta exigencia.

Cruces y su simbolismo

En algunos cobertizos, como el de Santo Domingo el Real, llama la atención una cruz que se encuentra en medio de la estructura. Esta cruz tenía un significado especial, indicando que detrás de ella se encontraba el altar y el Santísimo. Al pasar por estos cobertizos, las personas debían mostrar respeto y hacer una oración al Altísimo. Estas cruces también se pueden encontrar en las fachadas de las iglesias. Además de su simbolismo religioso, las cruces también proporcionaban iluminación, ya que solían tener un candil siempre encendido para iluminar el cobertizo tanto de día como de noche.

Semana Santa

Uno de los aspectos más destacados de los cobertizos de Toledo es que, al encontrarse en la zona conventual, las principales procesiones de Semana Santa pasan por ellos. Entre ellas, una de las más impresionantes es la procesión del Cristo Redentor, que sale del vecino convento de Santo Domingo el Real.

La magia de los cobertizos de Toledo

Para llegar a estos cobertizos, es necesario dirigirse detrás de la Iglesia de San Vicente, ubicada en la plaza del mismo nombre. Si se camina desde la famosa plaza de Zocodover, se puede acceder a través de la calle de la Plata, adentrándose en un laberinto de calles empedradas llenas de encanto medieval.

Pero los cobertizos de Toledo no se limitan a esta zona. Cerca de la majestuosa Catedral de Toledo, en el barrio del Pozo Amargo, se encuentra el cobertizo del mismo nombre, junto al pozo que le da nombre al barrio. Aunque en la actualidad puede estar en obras debido a la construcción de un hotel, este cobertizo guarda su propia historia y misterio con leyendas sobre brujería y hechicería.

Además, a lo largo del barrio de la judería, se pueden descubrir otros cobertizos fascinantes, como el Cobertizo del Ángel, el Cobertizo de Doncellas (junto al Colegio de Doncellas, un monumento visitable con la Pulsera Turística) y el pasadizo de Balaguer, que conecta la zona de la Catedral con el barrio judío y se encuentra cerca del Ayuntamiento de Toledo. Estos lugares emblemáticos, envueltos en el encanto medieval y la atmósfera histórica de Toledo, se suman a la riqueza cultural y arquitectónica de la ciudad.

Si tienes la oportunidad de visitar los cobertizos de Toledo, te recomiendo hacerlo durante la noche. En ese momento, estos espacios adquieren una belleza especial, envueltos en la tranquilidad y el misterio de las estrechas calles empedradas. Explorar los cobertizos por cuenta propia puede resultar en un apasionante viaje a través del laberinto de la ciudad, descubriendo sus rincones más auténticos.

En conclusión, los cobertizos de Toledo son testigos silenciosos de la historia de la ciudad. Desde su utilidad inicial como estructuras para ganar espacio, hasta su prohibición debido a la insalubridad que generaban, estos cobertizos han dejado una huella significativa en la historia y el paisaje urbano de Toledo. Explorarlos es adentrarse en un mundo de historia, anécdotas y leyendas, sumergiéndose en la esencia misma de esta ciudad mágica y encantadora.

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